Los meses de mayo y junio son sinónimo de trabajo y máxima atención a lo sembrado en Louredo. Se van sucediendo las aradas, que preparan terrenos más o menos grandes para nuevos cultivos, con la siembra y la siguiente eliminación de malas hierbas. Seguimos el estilo del autoabastecimiento y, dependiendo de las fuerzas, se ponen más o menos metros de terreno y más o menos cantidad de semillas y plantas. Algunas semillas se han seleccionado de recolecciones del año pasado, conservándose luego en lugar seco y sombrío, mientras que otras se han comprado en ferias (en Ribadavia, como la que puede estarse celebrando ahora, sábado 24) o tiendas especializadas.
El campo exige atención, pero no solo los cultivos cercanos a casa, lo que denominamos "taco", la huerta, sino también los que quedan en otras partes del pueblo, como sucede con la viña. En este caso, la del Pireiro. Tras una primavera con bastante lluvia, la hierba ha crecido de un modo apabullante y copa las gabias, dificultando el paso del viñador. No solo eso, sino que también roban a las cepas el alimento depositado en el terreno con esfuerzo. Su eliminación debe ser constante, ya que evitamos el uso de venenos químicos todo lo más posible. Así que toca segar, y hacerlo con cuidado, so pena de romper las plantas que sí nos interesan.
Eso sí, visualmente, hay partes que atraen la mirada por su belleza, ya que destacan los colores de múltiples flores.
Pero el trabajo que importa en esta semana es doble: por un lado, recoger la rama de las flexibles vides, todavía tiernas y en crecimiento, por otro, dar el sulfato, en orden a prevenir enfermedades.
Las ramas se acercan a los alambres, marcando el lugar por el que deben extenderse, evitando que aquello sea una maraña luego ingobernable y procurando que poco a poco la planta se disponga de modo que las futuras uvas sean fácilmente retiradas.
La viña del Pireiro ya no se ve desde el pueblo, cosa que sí hace no tantos años, pero sigue siendo un lugar de referencia y quizás un paso a cuidar mejor. Tres son los motivos por los que deberíamos volver los ojos a la zona:
- se sigue trabajando en ella y queda en un lugar donde el bosque crece de año en año sin demasiado control humano,
- sostiene los restos del cruceiro más antiguo del pueblo, a la vista de todos,
- está situada en los primeros metros de la ruta PRG 247.1 que une los pueblos de Louredo y Meréns.
A mediodía, tras haber quedado un cielo despejado con el sol dando fuerte, fin de los trabajos y regreso a casa, con la tradicional busca de agua fresca de la cercana fuente de Pedradas. Este manantial da reposo y frescor a humanos y cultivos, pues su agua se almacena en una poza abierta y, desde allí, sale juguetona hacia las tierras de Pedradas y más allá.
Gracias a un artista local, que le dedica visitas esporádicas, el camino se vuelve de lo más interesante y siempre es un reto descubrir si hay nuevas tallas o pinturas en las piedras de los muros.
La conversa durante la comida repasa lo humano y divino, y es que no faltan las referencias religiosas, que esta temporada acoge la reciente fiesta de santa Rita en A Arnoia y la próxima de san Juan en el pueblo. Esta abre un ciclo festivo local que ocupa desde finales de junio a julio: san Juan bautista, san Benito, santa Mariña y Santiago.
Una curiosidad: ¿sabías que los retablos, o parte de los mismos, de la iglesia de san Salvador da Arnoia y de san Juan bautista de Louredo son obra del artista local, José Benito, O Choio (DEP)?
Sin un culto público relevante, en Louredo también disponemos de una imagen de la santa.
La imagen del santo patrono de Louredo ha sido restaurada hace poco, siendo devuelta al retablo central justo cuando el párroco anterior se iba, siendo este un postrero gesto que recordaremos con gusto y que reflejamos en una sencilla acción de gracias en la revista diocesana y este blog.
Además de esa imagen, hay otra que cobra importancia, que es la más sencilla y dicen que antigua, traída de la anterior iglesia: la procesional. Esta es más liviana y manejable que la recién restaurada y se saca en procesión el día de la fiesta del nacimiento del precursor. Además de flores, el añadido tradicional, ofrenda y no adorno, son una esbelta planta de maíz y un bonito racimo de uvas. La referencia es básica: pan y vino, con los que el dicho tradicional comunica que "se hace el camino", ¿verdad?
Ay, qué bonito… me encanta saber más de ese lugar, se ve tan mágico y especial.
ResponderEliminaralguna cosita más publicaré en castellano y, si no, aplícale traductor, jeje. Muchas gracias por tu atención y tu comentario. Con personas así, da gustod ejar una eco de tanto y tanto que se podría contar de mi pueblo natal. GRACIAS, Jazmín :-)
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