Borrador novena 2023. Días IV-VI

Ofrezco tres días más de la novena, con las respectivas fotos de la fotocopia usada en Louredo. Y, como los días anteriores, realizo pequeñas correcciones ortográficas y de puntuación.

A la hora de rezarla, solo se usa una parte del libro original, la primera, que consiste en una oración inicial, una propia de cada día, una segunda oración que se repite todos los días, una petición en silencio y un rezo compartido de Padre Nuestro, Avemaría y Gloria, rematando con el canto del himno al patrono. El resto de las oraciones del libro de la novena no se ha tocado, más que en alguna contada ocasión.

El libro original de la novena ya no se usa desde hace años, debido a su lamentable estado. La antigüedad y el uso terminaron desgastándolo, pero una profesora del pueblo, doña Nicasia, lo fotocopió hace años y se mantiene en uso tal fotocopia, con algunas anotaciones manuscritas mías. Nadie tiene la novena en casa, mientras que sí hay copias en muchas casas de la de san Benito.

Respecto al libro de la novena, sabemos que hubo una edición antigua en Pamplona y que sirvió de base para ser reimpresa en Montevideo, en 1842. 23 años después aparece un texto similar, aunque enriquecido con oraciones y el himno “Benedictus”, en Valladolid, en 1865. 24 años más tarde, también en Valladolid, se imprime la misma novena, en 1889. Este último es el texto que usamos en Louredo.

Durante 9 días, se celebra la Misa, cara el final del día, y la novena se reza antes de la bendición final.


DÍA IV

Maravilloso y justísimo Juan que, llegado el día de vuestra circuncisión, no se encontraba en el mundo nombre correspondiente a vuestra grandeza y santidad hasta que el Cielo reveló a vuestros benditos padres el prodigiosísimo nombre de Juan. El cual testifica la justicia y gracia con que os adornó Dios y el cual es tan poderoso que, apenas lo escribió vuestro dichoso padre, cuando se vio libre del impedimento que padecía su lengua y prorrumpió en alabanzas vuestras y de nuestro Redentor. Por esta excelencia grande y porque sois, como dice san Pedro Crisólogo, fiador de la ley y de la gracia, haced, santo mío, que yo sea un verdadero amante de la justicia, imprimiendo en mi corazón esta virtud excelente, para que nunca apetezca cosa que sea contraria a ella y que, por este medio, asegure mi salvación. Y alcanzadme también el favor que os pido en esta novena, si me conviene. Amén.

(Además de los cambios reseñados al inicio, cambio "amador" por "amante")

DÍA V

Sapientísimo y prudentísimo Juan, que a los muchos discípulos que os seguían en el desierto, arrastrados de vuestra sabiduría y santidad, les mostrasteis el Cordero divino, nuestro redentor, a quien debían seguir como testigo que, por excelencia sois del mismo Dios, sin usar de otra persuasión que la de mostrarles el bien para que, así, movidos del afecto y no de la persuasión, hiciesen más meritoria y propia la obra de seguir a su salvador. Y para que no atribuyendo a gracia que hacían a Cristo, sí a beneficio grande que recibían en seguirle, fuese más perseverante. Haced, santo mío, que esta excelentísima virtud de la prudencia que, como arcano que sois del eterno Padre, nos enseñasteis con tan primoroso modo, se imprima en nosotros, para que por nuestra imprudencia no se malogre el fruto que podemos hacer en nuestros prójimos y el que podemos adelantar en nuestras almas para conseguir la gloria. Y también os suplico me concedáis lo que os pido en esta novena, si ha de ser para servicio de Dios y obsequio vuestro. Amén. 

DÍA VI

Dulcísimo y elocuentísimo Juan, amado protector mío, que siendo voz que clama en el desierto disteis bien a conocer vuestra fortaleza invencible, predicando a los peñascos y a las selvas las verdades que no querían oír los hombres, porque ofende la luz a quien está hecho a vivir entre tinieblas. Y hacíais con vuestros clamores que lo insensible, con sus ecos, diese testimonio de su ceguedad y de vuestra constancia, por cuya razón os apellida el Crisóstomo voz de los apóstoles y silencio de los profetas. Suplícoos, santo mío, que por estas grandes excelencias me alcancéis la virtud de la fortaleza, para que echando de mí todos los vanos temores y flojedades, logre el triunfo de mis enemigos, que me asegure el galardón de la Gloria y me concedáis el favor que os pido en esta novena, si me conviene. Amén.

(Toca rechazar la autoría del Crisóstomo y decir que el título "voz de los apóstoles y silencio de los profetas" es de san Pedro Crisólogo, en su Sermón 127. Para justificar la CORRECCIÓN, echa un ojo aquí). 

Por ello, la nueva redacción queda:

Dulcísimo y elocuentísimo Juan, amado protector mío, que siendo voz que clama en el desierto disteis bien a conocer vuestra fortaleza invencible, predicando a los peñascos y a las selvas las verdades que no querían oír los hombres, porque ofende la luz a quien está hecho a vivir entre tinieblas. Y hacíais con vuestros clamores que lo insensible, con sus ecos, diese testimonio de su ceguedad y de vuestra constancia, por cuya razón os apellida el Crisólogo: voz de los apóstoles y silencio de los profetas. Suplícoos, santo mío, que por estas grandes excelencias me alcancéis la virtud de la fortaleza, para que echando de mí todos los vanos temores y flojedades, logre el triunfo de mis enemigos, que me asegure el galardón de la Gloria y me concedáis el favor que os pido en esta novena, si me conviene. Amén. 

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