Novena a san Juan de Louredo 2022 III

DÍA 2

En el Nombre del Padre...

--Oración inicial para todos los días--

Gloriosísimo san Juan bautista, precursor de mi Señor Jesucristo, lucero hermoso del mejor Sol, trompeta del Cielo, voz del Verbo eterno, pues sois el mayor de los santos y alférez del Rey de la Gloria, más hijo de la gracia que de la naturaleza, y por todas razones príncipe poderosísimo en el Cielo, alcanzadme el favor que os pido en esta novena si fuere conveniente para mi salvación y, si no, una perfecta resignación, con una abundante gracia que, haciéndome amigo de Dios, me asegure las felicidades eternas de la Gloria. Amén. 

--Se lee la oración propia del día-- 

Benditísimo Juan, que con vuestro nacimiento glorioso llenasteis el mundo de alegría, pues naciendo adornado de la gracia fuisteis como lucero matutino, seguro mensajero del Sol de justicia, Cristo, que estaba cerca de amanecer al mundo para desterrar, con la luz clara de sus rayos, las melancólicas tinieblas que padecía. Y pues sois justamente compendio de la ley, alcanzadme, piadosísimo protector mío, que siendo yo, con tan poderoso ejemplo, fidelísimo observante de ella consiga por este medio una firmísima y bien fundada esperanza, con la cual, huyendo de toda presunción y temeridad, espere y pueda lograr los bienes eternos de la Gloria como fruto de la redención que vos anunciasteis. Y también me concedáis la petición que os hago en esta novena, si ha de redundar en gloria de Dios y honra vuestra. Amén. 

Hacemos nuestras peticiones.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

--Oración final--

Santísimo y humildísimo señor san Juan bautista, que siendo tanta vuestra santidad que ocupáis un lugar muy distinguido en la Gloria, y siendo tan grande que, como dice san Agustín: quien es mayor que vos no es hombre solo, sino Dios también, con todo eso dijisteis que no os convenía otra cosa que apocaros y disminuiros, y que siendo reputado por Mesías y Salvador del mundo negasteis, por vuestra humildad, aún el ser profeta, siendo más que profeta. Haced, santo mío, que yo conozca mi bajeza y que me humille con este conocimiento hasta considerarme el más indigno y peor de los hombres, sin dar entrada en mi corazón al más leve pensamiento de soberbia. 

Y haced, glorioso santo, que sobre este precioso cimiento de la virtud fabrique yo, con el ejercicio de las demás, un perfecto edificio de santidad, arrancando de mi corazón todos los vicios y poniendo en orden y sujección todas mis pasiones. Poderoso sois, santo mío, y aunque yo, indigno de que oigáis mis súplicas, poned los ojos en los méritos de vuestro primo Jesús y de vuestra tía María Santísima. Y, pues esta mi principal súplica es agradable a sus ojos y a los vuestros, alcanzádmela, glorioso santo, para que con ella logre yo una perfecta y santa vida, y una feliz y dichosa muerte. Y concededme también el favor que os pido en esta novena, si hubiese de ser para mayor servicio de Dios y honra vuestra. Amén.

 

-- LECTURA COMPLEMENTARIA: Juan el bautista en un extracto del libro 'Jesús-Aproximación Histórica', de José Antonio Pagola.

Juan no pretende hundir al pueblo en la desesperación. Al contrario, se siente llamado a invitar a todos a marchar al desierto para vivir una conversión radical, ser purificados en las aguas del Jordán y, una vez recibido el perdón, poder ingresar de nuevo en la tierra prometida para acoger la inminente llegada de Dios. Dando ejemplo a todos, fue el primero en marchar al desierto. Deja su pequeña aldea y se dirige hacia una región deshabitada de la cuenca oriental del Jordán. El lugar queda en la región de Perea, a las puertas de la tierra prometida, pero fuera de ella. Al parecer, Juan había escogido cuidadosamente el lugar. 

Por una parte, se encontraba junto al río Jordán, donde había agua abundante para realizar el rito del bautismo. Por lo demás, por aquella zona pasaba una importante vía comercial que iba desde Jerusalén a las regiones situadas al este del Jordán y por donde transitaba mucha gente a la que Juan podía gritar su mensaje. 

Hay, sin embargo, otra razón más profunda. El Bautista podía haber encontrado agua más abundante a orillas del lago de Genesaret. Se podía haber puesto en contacto con más gente en la ciudad de Jericó o en la misma Jerusalén, donde había pequeños estanques o miqwaot, tanto públicos como privados, para realizar cómodamente el rito bautismal. Pero el desierto escogido se encontraba frente a Jericó, en el lugar preciso en que, según la tradición, el pueblo conducido por Josué había cruzado el río Jordán para entrar en la tierra prometida. La elección era intencionada. 

DÍA 4

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