Memoria del martirio de san Juan bautista 2020

Memoria del martirio de san Juan bautista 2020

Esta tarde, a las 20 h, en la iglesia parroquial de san Xoán de Louredo, Cortegada, se celebra la Misa del martirio del bautista. Para quienes quieran profundizar un tanto en la vivencia de la Misa de hoy, recojo una serie de textos que nos la ilustran y desvelan. Unos son explicativos de aspectos sensibles, de modo que lo que nos entre por ojos (color de las vestiduras, por ejemplo) y los oídos (las lecturas, por ejemplo, o las oraciones a las que respondemos Amén) adquiera mayor sentido. Otros son concretos, referidos en la misma Misa dedicada al martirio de san Juan, de modo que los tenemos a nuestra disposición cuando queramos. No están todos, pero el interesado solo debe seguir los enlaces que comparto y hallará mucho más. He procurado que sean fuentes fiables y actuales. Y, como en otras tantas ocasiones, les presto la palabra a ellos, pues exponen el contenido mucho mejor que mis palabras. Si alguien ha llevado el trabajo de exponerlos y compartirlos, ¿qué mejor que descubrirlos, valorarlos y darles más publicidad?

 
Tal como vemos en este recorte de la epacta de este año, el martirio de san Juan bautista recibe la denominación de "memoria obligatoria". ¿Qué significa eso?

Como lo explica muy bien, tomo unas frases de un blog dedicado a la liturgia católica, donde leemos que Solemnidades, fiestas y memorias son las actuales categorías litúrgicas que dan cuenta del grado de importancia de las diferentes celebraciones de la Iglesia Católica. Los santos celebrados con el rango de "memoria" en el Calendario Romano universal, si bien superan numéricamente a los de los rangos superiores de "fiesta" y "solemnidad", son una asombrosa minoría con respecto al elenco oficial de bienaventurados a los que la Iglesia rinde culto, que son los que figuran en el Martyrologium Romanum. De esta exhaustiva lista, que se engrosa con cada nueva beatificación, solamente unos pocos santos han sido elegidos para celebrarse durante el Año litúrgico. Son aquellos de influencia realmente universal, y de culto no restringido a alguna región en particular.

Son
(memorias obligatorias) las de aquellos santos mundialmente conocidos, de culto ininterrumpido en la Iglesia, y cuya devoción siempre se ha mantenido pujante y viva, como por ejemplo: San Francisco de Asís, San Benito abad, San Antonio de Padua, Santa Catalina de Siena, entre muchos otros. En las últimas décadas se han añadido santos que atestiguan más claramente la universalidad y el constante florecimiento de la Iglesia (San Andrés Dung-Lac; San Pablo Miki, San Carlos Lwanga, San Andrés Kim Taegón, y varios más).

En la Misa, las memorias obligatorias poseen oración Colecta propia y a menudo también de ofrendas y de después de la Comunión. La Colecta debe decirse siempre. Las demás deben decirse propias, si las hay, o tomarlas del Común, o de cualquier domingo ordinario del año, preferentemente el precedente.
 
Solamente es obligatorio usar los textos bíblicos y eucológicos propios de estas memorias, a tenor de lo especificado en los libros litúrgicos correspondientes. En la Misa se omiten siempre el Credo y el Gloria. La Oración de los fieles es optativa, como la homilía. Y el Prefacio es el ordinario, aunque alguna vez se puede tomar el del Común que corresponda al santo.
 
 
Señala la epacta el color de las vestiduras, que es el rojo. Leamos qué dice la Instrucción General del Misal Romano respecto de las vestiduras en general y del color rojo en concreto.

335. En la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, no todos los miembros desempeñan el mismo ministerio. Esta diversidad de ministerios se manifiesta exteriormente en la celebración de la Eucaristía por la diferencia de las vestiduras sagradas que, por lo tanto, deben sobresalir como un signo del servicio propio de cada ministro. Con todo, es conveniente que las vestiduras sagradas mismas contribuyan al decoro de la acción sagrada. Estas vestiduras sagradas con las que se visten los sacerdotes y el diácono, así como también los ministros laicos, bendíganse oportunamente, según el rito descrito en el Ritual Romano, antes de ser destinadas al uso litúrgico.

346. En cuanto al color de las vestiduras, obsérvese el uso tradicional, es decir:

b) El color rojo se usa el domingo de Pasión y el Viernes Santo, el domingo de Pentecostés, en las celebraciones de la Pasión del Señor, en las fiestas natalicias de Apóstoles y Evangelistas y en las celebraciones de los Santos Mártires.


 
De todas las oraciones propias, me hago eco de algunas gracias al aporte de un blog que va dando a conocer la tercera edición del Misal romano
 
 


Del mismo blog tomamos el evangelio propio de la esta memoria.
 
 


¿Se agota la liturgia de este día en la Misa? Pues no. La Iglesia ha ido componiendo, a lo largo de siglos, un rezo especial para cada día. Es más, no solo se reza cada día, sino que tiene sus momentos propios a lo largo de la jornada. La idea es ir santificando todos los instantes del día, elevando a Dios el alma orante, llevando ante Él los gozos y fatigas de la jornada, y bajando a la realidad cotidiana con otro espíritu. Se denomina Liturgia de las Horas y está disponible a todos los bautizados de la Iglesia. De todos los textos que ocupan el rezo de hoy, extraigo una lectura para que medite quien así lo desee. se trata de la segunda lectura del Oficio:

De las Homilías de san Beda el Venerable, presbítero
(Homilía 23: CCL 122, 354. 356-357)

PRECURSOR DEL NACIMIENTO Y DE LA MUERTE DE CRISTO

El santo Precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró en el momento de la lucha suprema una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios, ya que, como dice la Escritura, aunque, a juicio de los hombres, haya sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Con razón celebramos su día natalicio, que él ha solemnizado con su martirio y adornado con el fulgor purpúreo de su sangre; con razón veneramos con gozo espiritual la memoria de aquel que selló con su martirio el testimonio que había dado del Señor.

No debemos poner en duda que san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, si trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo.

Cristo, en efecto, dice: Yo soy la verdad; por consiguiente, si Juan derramó su sangre por la verdad, la derramó por Cristo; y él, que precedió a Cristo en su nacimiento en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión futura del Señor.

Este hombre tan eximio terminó, pues, su vida derramando su sangre, después de un largo y penoso cautiverio. Él, que había evangelizado la libertad de una paz que viene de arriba, fue encarcelado por unos hombres malvados; fue encerrado en la oscuridad de un calabozo aquel que vino a dar testimonio de la luz y a quien Cristo, la luz en persona, dio el título de «lámpara que arde y que ilumina»; fue bautizado en su propia sangre aquel a quien fue dado bautizar al Redentor del mundo, oír la voz del Padre que resonaba sobre Cristo y ver la gracia del Espíritu Santo que descendía sobre él. Mas a él, todos aquellos tormentos temporales no le resultaban penosos, sino más bien leves y agradables, ya que los sufría por causa de la verdad y sabía que habían de merecerle un premio y un gozo sin fin.

La muerte -que de todas maneras había de acaecerle por ley natural- era para él algo apetecible, teniendo en cuenta que la sufría por la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la palma de la vida eterna. Bien lo dice el Apóstol: Dios os ha dado la gracia de creer en Jesucristo y aun de padecer por él. El mismo Apóstol explica, en otro lugar, por qué sea un don el hecho de sufrir por Cristo: Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros
 

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