San Benito do inverno 2024 IX

 

 

Práctica.

Da gracias a Dios por la corona de gloria con que ciñe la frente de tu protector y abogado. Ayúdate de su poderosa intercesión, para que viviendo cristianamente le veas y te alegres con él en el cielo.


 



 

SANCTORUM ALTRIX. En el XV centenario del nacimiento de san Benito 11/7/1980 CARTA APOSTÓLICA DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II en el XV centenario del nacimiento de san Benito

También San Benito vivía en una sociedad turbada por las injusticias, en la cual la persona muchas veces no era tenida en cuenta y se la consideraba como una cosa; en aquel contexto social, estructurado en clases, los desheredados quedaban marginados y considerados entre el número de los siervos, los pobres eran reducidos a la miseria y los ricos se enriquecían cada vez más. En cambio aquel hombre egregio quiso que la comunidad monástica se apoyase sobre el fundamento de los preceptos del Evangelio. Restituye el hombre a su integridad, fuera cual fuese el orden social de procedencia: provee a las necesidades de todos según las normas de una sapiente justicia distributiva; a cada uno asigna encargos complementarios y entre ellos sabiamente ordenados; a unos les cuida en su enfermedad, sin hacer ningún género de concesiones a la pereza; a otros, les da espacio para sus actividades, a fin de que no se sientan coartados, sino estimulados a ejercitar sus mejores energías. De ese modo también quita el pretexto incluso a la más leve murmuración, a veces incluso fundada, creando las condiciones para la paz.

El hombre, según San Benito, no puede ser considerado una máquina anónima que hay que aprovechar con el único intento de sacar de ella el mayor rendimiento posible, sin conceder consideración moral alguna al obrero y negándole la justa paga. Hay que recordar, en efecto, que en aquel tiempo el trabajo era realizado ordinariamente por esclavos, a los que no se reconocía la dignidad de persona humana. Pero San Benito considera el trabajo, sea cualquiera la forma en que se ejerza, como parte esencial de la vida y obliga a los monjes a que trabajen, por deber de conciencia. El trabajo, además, deberá ser mantenido "por motivo de obediencia y de expiación", ya que el dolor y el sudor son inseparables de cualquier esfuerzo verdaderamente eficaz. Esta fatiga, por tanto, tiene una fuerza redentora en cuanto purifica al hombre del pecado y además ennoblece tanto las realidades que son objeto de la actividad humana, como el mismo ambiente en el que se desarrolla.


RECORTE DE PRENSA 

 La Región : diario independiente, de intereses generales, de noticias y avisos: Ano V Número 1226 - 1914 febreiro 22


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