San Benito do inverno 2024 II

NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN BENITO

ORACIÓN

Glorioso padre san Benito, que por haber sido fiel imitador de mi Señor Jesucristo y muy fino amante de su Madre, merecísteis ser tan amado de Dios; y que vuestra memoria conservándose a través de los siglos, permanezca aún regalada y amable entre los hombres. Por tan eximias gracias y por aquel favor que el cielo os concedió de que muriéseis en pie y orando, suplícoos Padre mío amantísimo que me alcancéis un verdadero arrepentimiento de mis pecados; aborrecimiento a los vicios, y amor de las virtudes cristianas. Y ya que en vida, siempre vencísteis al demonio, defendedme ahora de sus emboscadas y alcanzadme el que muera en la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, a quien alabe en vuestra compañía, por los siglos de los siglos. Amén.

 


BENEDICTO XVI, AUDIENCIAGENERAL, Miércoles 9 de abril de 2008

Cuando el 21 de marzo del año 547 san Benito concluyó su vida terrena, dejó con su Regla y con la familia benedictina que fundó, un patrimonio que ha dado frutos a través de los siglos y que los sigue dando en el mundo entero.

En todo el segundo libro de los Diálogos, san Gregorio nos muestra cómo la vida de san Benito estaba inmersa en un clima de oración, fundamento de su existencia. Sin oración no hay experiencia de Dios. Pero la espiritualidad de san Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente así nunca perdió de vista los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas.

San Benito califica la Regla como «mínima, escrita sólo para el inicio» (73, 8); pero, en realidad, ofrece indicaciones útiles no sólo para los monjes, sino también para todos los que buscan orientación en su camino hacia Dios. Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha mantenido su fuerza iluminadora hasta hoy. Pablo VI, al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa, pretendía reconocer la admirable obra llevada a cabo por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente. De lo contrario no se puede reconstruir Europa. Sin esta savia vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir a la antigua tentación de querer redimirse por sí mismo, utopía que de diferentes maneras, en la Europa del siglo XX, como puso de relieve el Papa Juan Pablo II, provocó «una regresión sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad».

RECORTE DE PRENSA

Donde leemos unas referencias a la fiesta de san Benito "do inverno" de 1932.

Galicia : diario de la mañana: Ano III Número 540 - 1932 marzo 30 


 

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