Del Miño al Arnoya, leyendas I

Del Miño al Arnoya

 

Una ruta por la historia, las leyendas y el patrimonio de Louredo y Remuíño

El motivo de estas líneas es complacer la curiosidad de dos personas que, en el marco de la misma semana, me han pedido saber algo más de Louredo, mi pueblo natal, y sus leyendas. A las pocas historias que he recopilado de la memoria de mis padres y mayores, voy a unirle alguna documentación gráfica y  enlaces a la Red. No seré prolijo ni muy profundo. Aprovecho para imaginar una ruta donde situarlas y amplío el radio de paisajes para que vayamos desde el río Miño al Arnoya.

 

 

 

 1. Louredo en la lontananza

Para una perspectiva mayor, veremos Louredo de lejos, desde el mirador do Alto de Guillade. Así podremos contemplar varios pueblos que serán referencia continua. Partir de aquí nos llevará, en cosa de dos minutos en coche, a una pérdida carretera, la antigua General que subía a A Cañiza, llena de curvas y rincones con historia. Como nuestro paso, hoy, es apresurado, vamos a descubrir el ruinoso puesto de la Guardia Civil y la capilla de san José. Quedan de camino y

están cercanos. 

 

Del primero solo se mantiene la caseta, señalando un lugar vigilado por la Benemérita. ¿Qué vigilaban? No les faltaría trabajo porque hubo épocas de bandoleros que atacaban a los viajeros y años de contrabando por estos montes. Muchos vecinos iban a la cercana frontera y cruzaban a Portugal. Algunos para conseguir productos básicos a mejor precio, otros para comprar y revender aquí, ganando con la transacción. 


La capilla de san José es un rincón mágico, de recogida naturaleza, donde las ruinas de casas y un molino nos hablan de un estilo de vida pasada y una fe que todavía recuerda y venera a los santos. Un rincón de máxima calma, evocador de una cierta comunión con la naturaleza. 


2. Cruzamos el puente, a falta de barca que nos lleve

Son 2 los puentes tenemos, a falta de uno, para acercarnos a la otra ribera. Uno está en desuso, pero sigue firme, y era la vía normal de comunicación entre ayuntamientos durante el pasado siglo. El otro es amplio, moderno, y podemos encontrar en Youtube parte del proceso de su magnífica y llamativa construcción. 

¿Y antes que ellos? La gente pasaba en barcas, transportes donde el barquero hacía uso de su maña y conocimientos del río Miño para sortear cualquier problema y llevar al otro lado personas y mercancías. El uso de la barca aquí está documentado de antiguo. Hoy no quedan restos de este uso. Aunque sí podríamos imaginarlos acudiendo a las ruinas del pueblo que vivía, en parte, de esa barca. Es la aldea de A Barca, famosa hace unos años porque el ayuntamiento de Cortegada la ofrecía (y ofrece) por cero euros. Conocida todavía porque se realiza una andaina por sus tierras.

 

El terreno es boscoso, las casas se encuentran en ruinas y su memoria se diluye lentamente. ¿Qué llevó a sus gentes a irse? La construcción de la presa  de Frieira. Fenosa se hizo con los terrenos adyacentes al río y obligó, por seguridad, a la evacuación de la zona. Que se sepa, el río nunca llegó a tales cotas de subida de caudal. 

Regresemos a la carretera y, tras pasar la rotonda con más señales que te puedas imaginar (fue noticia), subamos cara san Xoán de Louredo. Atrás queda Cortegada con sus balnearios. 

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