Novena san Juan de Louredo 2021 (8)

Novena san Juan de Louredo 2021 (8)

En el Nombre del Padre...

Oración inicial para todos los días

Gloriosísimo san Juan bautista, precursor de mi Señor Jesucristo, lucero hermoso del mejor Sol, trompeta del Cielo, voz del Verbo eterno, pues sois el mayor de los santos y alférez del Rey de la Gloria, más hijo de la gracia que de la naturaleza, y por todas razones príncipe poderosísimo en el Cielo, alcanzadme el favor que os pido en esta novena si fuere conveniente para mi salvación y, si no, una perfecta resignación, con una abundante gracia que, haciéndome amigo de Dios, me asegure las felicidades eternas de la Gloria. Amén.

Oración propia del día

Justísimo Juan, protector y abogado mío que, despreciando todos los respetos humanos y atendiendo solo a la honra y gloria de Dios, reprendisteis a todos sus errores y vicios, sin que fuese bastante a detener tu celo la corona que ceñía Herodes, para que no reprendieseis severamente la fealdad de sus impuros delitos, por cuya razón sois apellidado dignamente corrección de los judíos. Suplícoos, amantísimo y dulcísimo santo mío, me envieis una centella de ese abrasado espíritu para que, encendido mi corazón con ese fuego sagrado, logre yo ser un celosísimo siervo del Señor y de su honra y gloria, sin la rémora de los intereses mundanos. Y también me concedáis el favor que os pido en esta novena, si me conviene para mi salvación. Amén.

Hacemos nuestras peticiones

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oración final

Santísimo y humildísimo señor san Juan bautista, que siendo tanta vuestra santidad que ocupáis un lugar muy distinguido en la Gloria, y siendo tan grande que, como dice san Agustín: quien es mayor que vos no es hombre solo, sino Dios también, con todo eso dijisteis que no os convenía otra cosa que apocaros y disminuiros, y que siendo reputado por Mesías y Salvador del mundo negasteis, por vuestra humildad, aún el ser profeta, siendo más que profeta. Haced, santo mío, que yo conozca mi bajeza y que me humille con este conocimiento hasta considerarme el más indigno y peor de los hombres, sin dar entrada en mi corazón al más leve pensamiento de soberbia. Y haced, glorioso santo, que sobre este precioso cimiento de la virtud fabrique yo, con el ejercicio de las demás, un perfecto edificio de santidad, arrancando de mi corazón todos los vicios y poniendo en orden y sujección todas mis pasiones. Poderoso sois, santo mío, y aunque yo, indigno de que oigáis mis súplicas, poned los ojos en los méritos de vuestro primo Jesús y de vuestra tía María Santísima. Y, pues esta mi principal súplica es agradable a sus ojos y a los vuestros, alcanzádmela, glorioso santo, para que con ella logre yo una perfecta y santa vida, y una feliz y dichosa muerte. Y concededme también el favor que os pido en esta novena, si hubiese de ser para mayor servicio de Dios y honra vuestra. Amén.

La procesión de san Juan se acerca al templo


Vistazo general de la procesión de san Juan, el 21 de junio de 2008. De azul, los músicos (quizás de Celanova ese año, que habían cantado una Misa preciosa y litúrgicamente precisa), acompañan la imagen del santo. Les sigue todo el pueblo, ocupando la totalidad del camino.

A la derecha, el 27 de junio de 2009, una mirada a la iglesia de Louredo, cuyo patrono es san Juan bautista

Similitudes entre Juan y Jesús

Tomaremos algunos párrafos del artículo "Juan el Bautista y Jesús de Nazaret en el judaísmo del Segundo Templo: paralelismos fenomenológicos y diferencias implausibles" de Fernando Bermejo Rubio (que puedes leer entero si haces clic en el título del mismo). 

Los logros de la investigación emprendida desde la Ilustración no se agotan en la recuperación de la figura histórica de Jesús, sino que se han extendido a una reconstrucción verosímil de la de su contemporáneo. Ciertamente, del Bautista tenemos aún menos información que de Jesús, proveniente casi en su totalidad de los evangelios canónicos, pero con la diferencia de que sobre aquél poseemos una noticia significativa de Flavio Josefo, lo que nos permite contrastar críticamente una parte de la información contenida en los evangelios.

Fueron individuos intensamente religiosos, cuyo destino estuvo determinado por su fe. Toda la información disponible –limitada al período de su actividad pública– apunta a que tanto Juan como Jesús pertenecieron a esa clase de personas que se toman sus convicciones con la máxima seriedad y fervor –probablemente en virtud de experiencias religiosas, quizás visionarias o extáticas– al menos en el período en que se hicieron notorios por su actividad pública, la religión determinó enteramente sus vidas y les incitó a comprometerse en una praxis particularmente exigente.

En su ministerio público, fueron sujetos vital y religiosamente marginales. Ambos abandonaron no solo sus lugares de origen sino también los modos “integrados” de la vida cotidiana a fin de asumir un ministerio profético. Mientras Juan parece haberse asentado en el desierto y adoptado un estilo de vida dependiente de lo que Dios o la naturaleza le proveería, alimentándose de una dieta limitada a productos naturales, Jesús abandonó su medio de vida y se convirtió en un hombre desocupado e itinerante en Galilea, contando con el apoyo de sus seguidores para alimentarse y cobijarse. 

Fueron sujetos dotados de carisma en el sentido sociológico del término –en el que designa no una facultad objetiva de un sujeto, sino la cualidad, que le es atribuida por otros individuos, de estar en posesión de fuerzas especiales no asequibles a cualesquiera otros sujetos–, tanto Juan el Bautista como Jesús pueden ser caracterizados como personajes carismáticos. La atracción y fascinación suscitadas por Juan son testimoniadas en términos elocuentes por Flavio Josefo, quien afirma que las gentes que acudían a él se enardecían sobremanera al oírle y que su influencia en ellos era tal que seguirían en todo su consejo.

Su predicación contenía directrices morales y exhortaba, en concreto, a compartir la propiedad. Juan ofrece respuestas que van siempre encaminadas a la preocupación práctica por el prójimo, especialmente por los débiles y los necesitados, y a la búsqueda de una justicia real en las relaciones comunitarias. En este sentido, la tradición sobre Jesús, que recoge no solo la crítica de mammón, de la seducción de la riqueza y del apego a los bienes terrenos sino también la exigencia a renunciar y a compartir los bienes, testimonia que éste parece haber aprendido bastante del Bautista.

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