Novena san Juan de Louredo 2021 (8)
Oración inicial para todos los días
Oración propia del día
Hacemos nuestras peticiones
Oración final
La procesión de san Juan se acerca al templo
Vistazo general de la procesión de san Juan, el 21 de junio de 2008. De azul, los músicos (quizás de Celanova ese año, que habían cantado una Misa preciosa y litúrgicamente precisa), acompañan la imagen del santo. Les sigue todo el pueblo, ocupando la totalidad del camino.
A la derecha, el 27 de junio de 2009, una mirada a la iglesia de Louredo, cuyo patrono es san Juan bautista
Similitudes entre Juan y Jesús
Tomaremos algunos párrafos del artículo "Juan el Bautista y Jesús de Nazaret en el judaísmo del Segundo Templo: paralelismos fenomenológicos y diferencias implausibles" de Fernando Bermejo Rubio (que puedes leer entero si haces clic en el título del mismo).
Los logros de la investigación emprendida desde la Ilustración no se agotan en la recuperación de la figura histórica de Jesús, sino que se han extendido a una reconstrucción verosímil de la de su contemporáneo. Ciertamente, del Bautista tenemos aún menos información que de Jesús, proveniente casi en su totalidad de los evangelios canónicos, pero con la diferencia de que sobre aquél poseemos una noticia significativa de Flavio Josefo, lo que nos permite contrastar críticamente una parte de la información contenida en los evangelios.
Fueron individuos intensamente religiosos, cuyo destino estuvo determinado por su fe. Toda la información disponible –limitada al período de su actividad pública– apunta a que tanto Juan como Jesús pertenecieron a esa clase de personas que se toman sus convicciones con la máxima seriedad y fervor –probablemente en virtud de experiencias religiosas, quizás visionarias o extáticas– al menos en el período en que se hicieron notorios por su actividad pública, la religión determinó enteramente sus vidas y les incitó a comprometerse en una praxis particularmente exigente.
En su ministerio público, fueron sujetos vital y religiosamente marginales. Ambos abandonaron no solo sus lugares de origen sino también los modos “integrados” de la vida cotidiana a fin de asumir un ministerio profético. Mientras Juan parece haberse asentado en el desierto y adoptado un estilo de vida dependiente de lo que Dios o la naturaleza le proveería, alimentándose de una dieta limitada a productos naturales, Jesús abandonó su medio de vida y se convirtió en un hombre desocupado e itinerante en Galilea, contando con el apoyo de sus seguidores para alimentarse y cobijarse.
Fueron sujetos dotados de carisma en el sentido sociológico del término –en el que designa no una facultad objetiva de un sujeto, sino la cualidad, que le es atribuida por otros individuos, de estar en posesión de fuerzas especiales no asequibles a cualesquiera otros sujetos–, tanto Juan el Bautista como Jesús pueden ser caracterizados como personajes carismáticos. La atracción y fascinación suscitadas por Juan son testimoniadas en términos elocuentes por Flavio Josefo, quien afirma que las gentes que acudían a él se enardecían sobremanera al oírle y que su influencia en ellos era tal que seguirían en todo su consejo.
Su predicación contenía directrices morales y exhortaba, en concreto, a compartir la propiedad. Juan ofrece respuestas que van siempre encaminadas a la preocupación práctica por el prójimo, especialmente por los débiles y los necesitados, y a la búsqueda de una justicia real en las relaciones comunitarias. En este sentido, la tradición sobre Jesús, que recoge no solo la crítica de mammón, de la seducción de la riqueza y del apego a los bienes terrenos sino también la exigencia a renunciar y a compartir los bienes, testimonia que éste parece haber aprendido bastante del Bautista.
Comentarios
Publicar un comentario