Martirio de san Juan bautista Día II

Martirio de san Juan bautista Día II

En el Nombre del Padre...

Oración inicial para todos los días

Gloriosísimo san Juan bautista, precursor de mi Señor Jesucristo, lucero hermoso del mejor Sol, trompeta del Cielo, voz del Verbo eterno, pues sois el mayor de los santos y alférez del Rey de la Gloria, más hijo de la gracia que de la naturaleza, y por todas razones príncipe poderosísimo en el Cielo, alcanzadme el favor que os pido en esta novena si fuere conveniente para mi salvación y, si no, una perfecta resignación, con una abundante gracia que, haciéndome amigo de Dios, me asegure las felicidades eternas de la Gloria. Amén.

Oración propia del día

Prodigiosísimo Juan, patrón y abogado mío, que tuviste la honra de que la madre del Verbo eterno, hecha ya sagrario del mismo Dios, os fuese a visitar. Y vos, aún encerrado en el vientre de vuestra madre, comenzasteis a dar testimonio de que había venido al mundo nuestro Redentor, pues al recibir las luces de este Divino Sol que, llenándoos de gracia, borraron de vuestra alma la mancha de la culpa original, disteis saltos de placer. Por esta excelencia y gozo que recibisteis y porque sois, como os llama san Juan Crisóstomo, sementera del Evangelio, os suplico, santo mío, me consigáis una viva y práctica fe, que es la semilla que, llevando el fruto de buenas obras, me asegurará las felicidades eternas de la Gloria. Y también os suplico me alcancéis el favor que pido en esta novena, si conviene para mi salvación. Amén.

Hacemos nuestras peticiones

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oración final

Santísimo y humildísimo señor san Juan bautista, que siendo tanta vuestra santidad que ocupáis un lugar muy distinguido en la Gloria, y siendo tan grande que, como dice san Agustín: quien es mayor que vos no es hombre solo, sino Dios también, con todo eso dijisteis que no os convenía otra cosa que apocaros y disminuiros, y que siendo reputado por Mesías y Salvador del mundo negasteis, por vuestra humildad, aún el ser profeta, siendo más que profeta. Haced, santo mío, que yo conozca mi bajeza y que me humille con este conocimiento hasta considerarme el más indigno y peor de los hombres, sin dar entrada en mi corazón al más leve pensamiento de soberbia. Y haced, glorioso santo, que sobre este precioso cimiento de la virtud fabrique yo, con el ejercicio de las demás, un perfecto edificio de santidad, arrancando de mi corazón todos los vicios y poniendo en orden y sujección todas mis pasiones. Poderoso sois, santo mío, y aunque yo, indigno de que oigáis mis súplicas, poned los ojos en los méritos de vuestro primo Jesús y de vuestra tía María Santísima. Y, pues esta mi principal súplica es agradable a sus ojos y a los vuestros, alcanzádmela, glorioso santo, para que con ella logre yo una perfecta y santa vida, y una feliz y dichosa muerte. Y concededme también el favor que os pido en esta novena, si hubiese de ser para mayor servicio de Dios y honra vuestra. Amén.

 ¿Dónde bautizaba Juan?

 

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